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El Jaguar, Arquetipo del Poder Espiritual

El Jaguar, Arquetipo del Poder Espiritual

Representaciones de Felinos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Museo del Oro, Cartagena, 2021. Imagen © Fundación Rosacruz Colombia.

El jaguar simboliza la dualidad, la Luz y la oscuridad, el día y la noche, lo de arriba y lo de abajo, cielo y tierra; Espíritu y materia; urdimbre y trama; Ying y Yang. Es el habitante y representante del “Mundo del Medio”. 

  

Desde la Cosmogonía Andina se proponen tres mundos: el mundo de arriba “Hanan Pacha” ligado con las Fuerzas Superiores o Divinas. Este es el Mundo del Espíritu, representado por el Águila. El Mundo de abajo o  inframundo “Ukhu Pacha” que da origen a la materia, a las fuerzas oscuras y al subconsciente. Es el plano desde dónde emana la  magia del chamanismo. Su poder oculto está representado por la serpiente. El tercer mundo "Kay Pacha", es el mundo del medio que sirve  de unión  entre los otros dos mundos. Este es el mundo del Alma, representado por el Jaguar, a quien se le conoce como “La voz del Agua” y “El Espejo del Cielo”.

 

En la noche, el Jaguar habita en cavernas en el interior de la Tierra. Durante el día, camina sobre la tierra y respira el aire, se sumerge en los ríos y lagunas dominando el agua. Trepa hasta la copa de los árboles para alcanzar la Luz, el Fuego. 

  

Otro animal de poder representativo para las comunidades indígenas andinas es el Cóndor,  símbolo de la independencia. Es el mensajero de los dioses y del mundo espiritual. No es un dios, pero es venerado como intercesor o intermediario. También es el guía de los muertos al reino del “Hanan Pacha”.  

 

En el mundo del medio habita el ser humano para quien el Jaguar es un Ser sagrado. En tanto Arquetipo, modelo de comportamiento, este ser puede llegar a convertirse en un enlazador de mundos, en un dominador de los cuatro elementos, en un ser Alma-Espíritu que se hace Uno con los Dioses. 

  

En la cultura de San Agustín, muchas de las figuras antropomórficas representan al hombre como jaguar. Además, antiguamente, las esculturas estaban alineadas formando la senda o el camino del Jaguar en dirección oriente-occidente, siguiendo así el curso del río (elemento Agua). Una imagen femenina, en gestación, indicaba el inicio del sendero. La culminación del camino se representaba con la imagen de la mujer en el momento del parto. 

  

Ese sendero representaba el nacimiento de la “Voz del Agua”. Por ello, el Jaguar, guía del camino de la vida y la muerte, representaba para los iniciados de los Andes, un nuevo nacimiento después de la muerte física: el nacimiento a la verdadera vida en el Espíritu. 

  

Entre los Muiscas y los Tayrona, las máscaras, los vestidos de jaguar y los atavíos de piel del animal, tipificaban la energía femenina en el desempeño del chamán como un individuo sacerdote que se transforma en jaguar para mediar entre el mundo de los hombres y los fenómenos sobrenaturales. Se cree que un chamán puede volverse jaguar a voluntad y utilizar la forma de este animal como disfraz bajo el cual puede obrar como ayuda, protector o agresor. Después de la muerte, el chamán puede convertirse en jaguar para siempre y así manifestarse  a los vivos, tanto a los aliados como a los enemigos. 

  

El jaguar, además de ser asociado a un sinnúmero de símbolos cosmogónicos, está también relacionado con los fenómenos naturales como el trueno, el sol, la luna, las cavernas, las montañas, el fuego. En ese sentido, se han realizado diversas investigaciones sobre esta temática desde una perspectiva artística, en especial en el territorio de San Agustín-Colombia. Para nuestras comunidades ancestrales, la arquitectura lítica monumental revela la importancia del simbolismo religioso del jaguar. Tales expresiones artísticas – si bien en diferentes soportes materiales como la orfebrería, la alfarería o el arte de los tejidos -, son comparables con otras manifestaciones análogas de diversidad de culturas de Colombia y América.

  

El culto del jaguar surgió dentro del periodo formativo (1200 a 400 a. C). Se propagó con tal fuerza y poder de fascinación que se repite de manera desbordante en el arte Olmeca Mexicano, en el Ullumbe de San Agustín y en el Chavín de Perú. Para estas culturas, la boca felina constituye uno de los rasgos característicos de los personajes que representan en la estatuaria. De estos centros provienen las más antiguas manifestaciones culturales producidas por las civilizaciones de México, Colombia y Perú. 

  

La estatuaria agustiniana está impregnada por elementos antagónicos totalmente opuestos en su significado: vida y muerte, creación y destrucción; una concepción dinámica y dualista que encontramos expresada en el arte agustiniano mediante la construcción de centros ceremoniales. Además de la función sepulcral como sitios de enterramiento, tales lugares refieren una transformación hacia una otra vida. Por esta razón, la escultura que muestra la unión mítica entre un jaguar y una mujer encontrada en La Parada en 1970, es una de las claves que permiten descifrar y comprender la temática agustiniana.

 

El elemento felínico, en su múltiple simbología, prima en el arte como una de sus constantes estilísticas. Entre los atributos animales más representativos están: las fauces de colmillos cruzados, las garras y las manchas. En dichas representaciones encontramos gran variedad de formas adaptadas a los soportes. En algunas esculturas que representan a un personaje felino devorando a un ser, por ejemplo, la referencia a un acto generador podría simbolizar una fuerza vital que precede a la muerte del iniciado. Así también, en la orfebrería, elementos como las manchas se representan con espirales - símbolo de lo cíclico -; y en la cerámica, con múltiples y diversas formas geométricas - medida de la tierra, lenguaje de la creación-: puntos, triángulos, cuadrados, triángulos con espirales interiores y hasta perforados como los de la pieza Tumaco. Los felinos muiscas presentan dos particularidades: el bigote - tal vez una referencia a la intuición - y la actitud agresiva o lista para la acción - posiblemente indicios de una fuerza de la voluntad para acometer un acto.

 

Vemos, pues, que el conocimiento del simbolismo relacionado con el jaguar es esencial para la comprensión del pensamiento filosófico, religioso y, en general, de la cosmovisión de los pueblos de América. La figura del jaguar está presente en la religión – en sus mitos y ritos –; en la arquitectura y en la estatuaria; en su producción artesanal: alfarería, orfebrería, tejidos, pintura. 

 

No sin razón vaticinan los Mamos que cuando el jaguar desaparezca, desaparecerá el agua y la humanidad entera sufrirá las consecuencias.

Autor: Omar Rueda.

Extractos tomados de la charla sobre “Gnosis Andina” Impartida por Roberto Restrepo, Antropólogo asociado a la Unesco.

Felinos en la Costa Pacífica. Museo del Oro, Cartagena, 2021. Imagen © Fundación Rosacruz Colombia.