Fotografías: ©Diego Landinez. Visita a la Casa de la Fundación Cultura Malagana, El Bolo, Palmira (Valle del Cauca), Colombia. (04/2022). | Equipo de redacción: Hermes Carvajal, Meisy Correa, Diego Landinez, Hugo Trujillo.
Estamos en presencia de una Vasija de forma esférica con cinco casas, cuatro de ellas son pequeñas y están coloreadas de blanco y sus techos son rojizos; se hallan colocadas en el mismo nivel y se ven inclinadas debido a su posición. La quinta casa se ubica en la cima, es de un tamaño mayor que las otras, además está colocada sobre una plataforma, sus paredes son blancas, su techo rojizo y coronado con el asa puente en forma de arco que une los negros brazos cilíndricos a ambos lados, son vertederas que tienen orificios pequeños. La esfera es de color rojizo. En su centro se distingue el diseño de dos líneas rectas verticales, enmarcadas por una sucesión de puntos, de ellas salen a su vez otras dos líneas a cada lado, de manera que parece la representación de un árbol.
La base de la esfera es de un color más oscuro, a partir de ella sobresalen en alto relieve cinco formas que parecen ser hongos, a su vez, se hallan decorados con líneas en su estípite (pie o tallo) y su sombrero. El pie o tallo se desdibuja en la horizontal que demarca con el color negro otro plano, el subsuelo.
Esta alcarraza logra integrar los tres planos de los tres mundos, un concepto muy familiar en la cosmogonía de diversas culturas de Abya Yala, ¿Podría la forma esférica aludir al planeta? ¿O podría ser la representación de una montaña, una región de su comunidad?
Vasija de cerámica donde se distingue el uso de los colores rojo, blanco y amarillo; representa un cuerpo femenino en posición sedente, es fuerte, robusto, macizo, su rostro muestra los ojos muy abiertos, en dos arcos, la boca abierta muestra dos hileras de dientes y pareciera estar emitiendo un sonido; su cabeza muestra el cabello con flequillo sobre la frente, además, está coronada con el asa puente y las dos vertederas que la clasifican en lo que los arqueólogos han llamado “una alcarraza”. La mujer se toca la cabeza con la mano izquierda, mientras que con el brazo derecho sostiene a su hijo a quien está amamantando. La parte superior de los brazos está decorada con espirales y líneas, este es un rasgo distintivo de la figura humana en Malagana, en otras vasijas se observa que la parte superior de los brazos es a veces más protuberante. La mujer está sentada sobre una silla y sus pies descansan con firmeza sobre el suelo.
Esta obra representa varias acciones relacionadas con el ciclo vital: La gestación, Dar a luz y Alimentar. El artista o la artista ha capturado el presente en ese gesto del brazo izquierdo levantado y la mano tocando la cabeza, también en la acción de amamantar a su hijo; en tanto que el tiempo pasado se sugiere en la representación del embarazo y el alumbramiento. En occidente esta es una representación de la maternidad o del universo femenino. Una Madona con su hijo, diríamos en el lenguaje occidental.
Escultura en cerámica de 3 figuras humanas sentadas una al lado de la otra, la figura central es masculina, sobre la cabeza tiene un tocado de color blanco o crema que podría indicar una posición de liderazgo o jerarquía, ya que es diferente de las otras dos figuras, su rostro presenta orificios en sus ojos y en la boca; se encuentra abrazando dos figuras femeninas a los lados que se hallan en posición meditativa. Los torsos de las tres figuras están pintados de color crema, el banco o silla donde se hallan sentados también tiene un color claro. La escultura está elaborada en un estilo que sugiere importancia cultural, posiblemente representando deidades, ancestros o figuras importantes. Los colores son principalmente tonos terrosos con acentos rojos y blancos. Los artefactos de cerámica podrían haber sido utilizados en rituales o como objetos cotidianos, y a menudo reflejan la cosmovisión y la vida cotidiana de estas personas.
¿Podría ser la concepción de trinidad divina en su cosmovisión?
“… Me relataron los rostros que en las naciones Calima existió la serpiente emplumada, asociada a los ritos de iluminación que, como un manto protector, lo envolvió todo, produciendo las más asombrosas formas de arte.
Me hablaron de personajes americanos que recorrieron todo nuestro continente durante largos tiempos, sosteniendo la fe, la vida, y la creación de formas artísticas; me refirieron de maestros que enseñaban artesanías, artes y ciencias; de hombres capaces de dominar los espíritus del mal, de comunicarse con los espíritus de los árboles y de los ríos, y de adormecer el jaguar. También me hablaron de soberbios y orgullosos señores y sacerdotes, dominadores del misterio, cuyos penachos llegaban hasta e cielo y cuyos rostros nada penetraba, porque eran los rostros de la religión, y del mito: las máscaras sagradas, los mismos dioses, los mismos espíritus... Me contaron los rostros que debajo del manto verde de la tierra y en los ríos existían hilos y más hilos de amarillo metal cuyo brillo compite con el sol y cuya existencia es inagotable, después de haber revivido a un continente moribundo, Europa…" [Grass A. (1982). Los rostros del Pasado, pp. 170 - 171.]